Ayer mis tareas me impidieron actualizar y hoy aprovecho un huequillo en mi frenética mañana para mostraros algo que he leido por varios medios. Se trata de un artículo escrito por la bloguera Alicia Bayer en su Blog A Magical Childhood y traducido por María Luisa Rodríguez Tapia.
¿Qué debe saber un niño de cuatro años?
Hace poco, en un foro sobre la educación de los hijos, leí una
entrada de una madre preocupada porque sus hijos, de cuatro años y año y
medio, no sabían lo suficiente. "¿Qué debe saber un niño de cuatro
años?", preguntaba.
Las respuestas que leí no solo me entristecieron sino que me
irritaron. Una madre indicaba una lista de todas las cosas que sabía su
hijo. Contar hasta 100, los planetas, escribir su nombre y apellido, y
así sucesivamente. Otras presumían de que sus hijos sabían muchas más
cosas, incluso los de tres años. Algunas incluían enlaces a páginas con
listas de lo que debe saber un niño a cada edad. Solo unas pocas decían
que cada niño se desarrolla a su propio ritmo y que no hay que
preocuparse.
Me molestó mucho que la respuesta de esas mujeres a una madre
angustiada fuera añadirle más preocupación, con listas de todo lo que
sabían hacer sus hijos y los de ella no. Somos una cultura tan
competitiva que hasta nuestros niños en edad preescolar se han
convertido en trofeos de los que presumir. La infancia no debe ser una
carrera.
Por todo ello, he decidido proponer mi lista de lo que debe saber un niño (o una niña) de cuatro años:
- Debe saber que la quieren por completo, incondicionalmente y en todo momento
- Debe saber que está a salvo y debe saber cómo mantenerse a salvo en
lugares públicos, con otra gente y en distintas situaciones. Debe saber
que tiene que fiarse de su instinto cuando conozca a alguien y que nunca
tiene que hacer algo que no le parezca apropiado, se lo pida quien se
lo pida. Debe conocer sus derechos y que su familia siempre le va a
apoyar.
- Debe saber reír, hacer el tonto, ser gamberro y utilizar su
imaginación. Debe saber que nunca pasa nada por pintar el cielo de color
naranja o dibujar gatos con seis patas.
- Debe saber lo que le gusta y tener la seguridad de que se le va a
dejar dedicarse a ello. Si no le apetece nada aprender los números, sus
padres tienen que darse cuenta de que ya los aprenderá, casi sin querer,
y dejar que en cambio se dedique a las naves espaciales, los
dinosaurios, a dibujar o a jugar en el barro.
- Debe saber que el mundo es mágico y ella también. Debe saber que es
fantástica, lista, creativa, compasiva y maravillosa. Debe saber que
pasar el día al aire libre haciendo collares de flores, pasteles de
barro y casitas de cuentos de hadas es tan importante como practicar la
fonética. Mejor dicho, mucho más.
Pero más importante es lo que deben saber los padres:
- Que cada niño aprende a andar, hablar, leer y hacer cálculos a
su propio ritmo, y que eso no influye en absoluto en cómo de bien ande,
hable, lea o haga cálculos después.
- Que el factor que más influye en el buen rendimiento académico y las
buenas notas en el futuro es que leer a los niños de pequeños. No las
fichas, ni los manuales, ni las guarderías elegantes, ni los juguetes y
ordenadores más rutilantes, sino que mamá o papá dediquen un rato cada
día o cada noche (o ambos) a sentarse a leerles buenos libros.
- Que ser el niño más listo o más estudioso de la clase nunca ha
significado ser el más feliz. Estamos tan obsesionados por tratar de dar
a nuestros hijos todas las "ventajas" que lo que les estamos dando son
unas vidas tan pluriempleadas y llenas de tensión como las nuestras. Una
de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros hijos es una niñez
sencilla y despreocupada.
- Que nuestros niños merecen vivir rodeados de libros, naturaleza,
utensilios artísticos y la libertad para explorarlos. La mayoría de
nosotros podríamos deshacernos del 90% de los juguetes de nuestros hijos
y no los echarían de menos, pero algunos son importantes: juguetes como
los LEGO y las construcciones, juguetes creativos como los materiales
artísticos de todo tipo (buenos), los instrumentos musicales (tanto
clásicos como multiculturales), disfraces, y libros y más libros (cosas,
por cierto, que muchas veces se pueden conseguir muy baratas en tiendas
de segunda mano). Necesitan libertad para explorar con estas y otras
cosas, para jugar con montoncitos de alubias secas en el taburete
(supervisados, por supuesto), amasar pan y ponerlo todo perdido, usar
pintura, plastilina y purpurina en la mesa de la cocina mientras hacemos
la cena aunque lo salpiquen todo, tener un rincón en el jardín en que
puedan arrancar la hierba y hacer un cajón de barro.
- Que nuestros hijos necesitan tenernos más. Hemos aprendido tan bien
eso de que necesitamos cuidar de nosotros mismos que algunos lo usamos
como excusa para que otros cuiden de nuestros hijos. Claro que todos
necesitamos tiempo para un baño tranquilo, ver a los amigos, un rato
para despejar la cabeza y, de vez en cuando, algo de vida aparte de los
hijos. Pero vivimos en una época en la que las revistas para padres
recomiendan que tratemos de dedicar 10 minutos diarios a cada hijo y
prever un sábado al mes dedicado a la familia. ¡Qué horror! Nuestros
hijos necesitan la Nintendo, los ordenadores, las actividades
extraescolares, las clases de ballet, los grupos organizados para jugar y
los entrenamientos de fútbol mucho menos de lo que nos necesitan a
NOSOTROS. Necesitan a unos padres que se sienten a escuchar su relato de
lo que han hecho durante el día, unas madres que se sienten a hacer
manualidades con ellos, padres y madres que les lean cuentos y hagan
tonterías con ellos. Necesitan que demos paseos con ellos en las noches
de primavera sin importarnos que el pequeñajo vaya a 150 metros por
hora. Tienen derecho a ayudarnos a hacer la cena aunque tardemos el
doble y trabajemos el doble. Tienen derecho a saber que para nosotros
son una prioridad y que nos encanta verdaderamente estar con ellos.
Y volviendo a esas listas de lo que saben los niños de cuatro años...
Sé que es natural comparar a nuestros hijos con otros niños y querer
asegurarnos de que estamos haciendo todo lo posible por ellos. He aquí
una lista de lo que se suele enseñar a los niños de esa edad y lo que
deberían saber al acabar cada curso escolar, a partir del preescolar.
Como nosotros estamos educando a nuestros hijos en casa, yo suelo
imprimir esas listas para comprobar si hay algo que falte de forma
llamativa en lo que están aprendiendo. Hasta ahora no ha sucedido, pero a
veces obtengo ideas sobre posibles temas para juegos o libros que sacar
de la biblioteca pública. Tanto si los niños van al colegio como si no,
las listas pueden ser útiles para ver lo que otros están aprendiendo, y
pueden ayudar a tranquilizarnos sabiendo que van muy bien.
Si existen aspectos en los que parece que un niño está por detrás,
hay que darse cuenta que eso no indica ningún fracaso, ni del niño ni de
sus padres. Simplemente, es una laguna. Los niños aprenden lo que
tienen alrededor, y la idea de que todos deben saber esas 15 cosas a una
edad concreta es una tontería. Aun así, si queremos que las aprenda, lo
que tenemos que hacer es introducirlas en la vida normal, jugar con
ellas, y las absorberá de manera natural. Si contamos hasta 60 cuando
estamos haciendo la masa de un bizcocho, aprenderá a contar. Podemos
sacar de la biblioteca libros divertidos sobre el espacio o el
abecedario. Experimentar con todo, desde la nieve hasta los colores de
los alimentos. Todo irá entrando con más naturalidad, más diversión y
muchas menos presiones.
Sin embargo, mi consejo favorito sobre los niños pequeños es el que aparece en esta página.
¿Qué necesita un niño de cuatro años?
Mucho menos de lo que pensamos, y mucho más.
Espero que os haya resultado tan interesante como a mi